La compañía Ateva nació de la reunión de distintos actores y agrupaciones interesadas en elevar el nivel del arte teatral local. Fue fundada oficialmente el 23 de febrero de 1952. Era una evolución del MOAI (Movimiento Artístico de Valparaíso), que si bien estaba preocupado en elevar la calidad de variadas ramas del arte, con el tiempo comenzó a inclinarse específicamente hacia el teatro. Prueba de ello es que el primer estreno de Ateva, dos obras cortas de Antón Chejov, fueron, a la vez, los últimos montajes del MOAI. Otras agrupaciones que se sumaron a la iniciativa de creación de Ateva fueron el teatro de Luis Altamirano del Instituto Pedagógico y, en un principio también, el Teatro de la Universidad Católica a través de Elsa Croxatto.
Nació como una Asociación constituida legalmente a través de un directorio y con estatutos específicos. Su principal impulsor fue Marcos Portnoy, de profesión abogado, pero que desarrolló toda su carrera en el área teatral. Los objetivos declarados en el momento de su fundación fueron la creación de una Escuela de Teatro, el Fomento del Teatro Chileno y Latinoamericano a través de un repertorio anual de cuatro obras (una clásica, otra contemporánea, otra latinoamericana y otra chilena) y la creación de público a través de funciones, la formación de talleres, el apoyo a festivales teatrales en liceos y charlas abiertas para lograr un ambiente teatral.
Las obras que se montaban eran seleccionadas por un comité de lectura que, tras estudio y discusión, decidía qué se trabajaba. Gracias a las traducciones que llegaban frecuentemente de obras contemporáneas, pudieron montar tempranamente textos relevantes del siglo XX. Por otra parte, dado su interés por el teatro latinoamericano, estrenaron piezas de jóvenes autores que, posteriormente, se convirtieron en figuras reconocidas, como es el caso del argentino Osvaldo Dragún, entre otros.
Esta compañía-escuela fue la base de lo que posteriormente, en el Año 1969, se convertiría en la Carrera de Teatro de la Universidad de Chile, Sede Valparaíso, desapareciendo como agrupación independiente por ese periodo.
Tras el golpe de Estado de 1973 muchos de sus integrantes partieron al exilio. Sin embargo, volvió a reagruparse bajo el nombre de ATEVA en 1986, cuando uno de sus miembros, Frieda Klimpfel, quien también había formado parte del Elenco de Teatro de la Universidad de Chile, regresó al país. Arnaldo Berríos, miembro fundador de la compañía y ex académico de la Carrera de Teatro, decidió rescatar la tradicional Agrupación Teatral de Valparaíso recuperando la trayectoria abandonada, al estrenar, con Kimpfel en el elenco, la obra No Hay Que llorar, de Roberto Cossa. Posteriormente, ATEVA continuó de manera intermitente hasta que después del año 2005 recuperó bríos, al volver a juntarse en Valparaíso la mayoría de sus miembros fundadores. Hoy en día mantiene una pequeña sala y realiza espectáculos teatrales y charlas abiertas.