La compañía Teatral Las Máscaras fue fundada por Vicente Barattini y su esposa, María Jamett, en el año 1976. Se formaron como actores a través del ejercicio de la profesión, estando Barattini ligado inicialmente al canto lírico, a las compañías de teatro de artesanos y, posteriormente al IPA, donde ambos co-protagonizaron diversos montajes junto a Hernán Salas. En 1973 comenzaron como compañía de teatro infantil realizando, a través del vínculo que tenía el Sindicato de Artistas (SARTTE), funciones en el Teatro del Cine Arte de Viña del Mar, lo que les permitió una estabilidad económica dada la enorme asistencia de público que asistía cada domingo. Tras el Golpe Militar y su consecuente apagón cultural, decidieron formar además de la compañía teatral infantil, un grupo de teatro de adultos que aportara al movimiento teatral local con la intención de montar obras contemporáneas. Se asociaron con gente instruida en la Carrera de Teatro de la Universidad de Chile para que los dirigiera y comenzaron a convocar actores locales, entre ellos jóvenes formados en talleres teatrales, según lo requiriera cada montaje. En un principio trabajó con ellos Manuel Gallegos, alumno de la Carrera de Teatro de la Universidad de Chile, sede Valparaíso con quien montaron La Sillas, de Ionesco, inaugurando una trayectoria que atravesó más de treinta años de producción. Posteriormente, en 1978, pasó a dirigirlos Silvio Viancos actor y profesor que había sido parte del equipo académico de la Carrera de Teatro de la Universidad de Chile. En 1988 Barattini asumió la dirección de actores de la Compañía, como una manera de conducir todo el proceso productivo de sus obras. Este grupo, que devino de lo aficionado a lo profesional, logró posesionarse entre el público local y se mantuvo realizando funciones de teatro para colegios, lo que le permitió una sustentabilidad económica en el tiempo, mucho antes de que apareciesen los fondos públicos concursables como modo de financiar los montajes de las compañías independientes. La compañía dejó de funcionar el año 2003, tras la itinerancia de Mamma Mia La Policía, cuando sintieron que financieramente ya no era una actividad rentable, que el público no lo apreciaba y que los nuevos actores no compartían la misma visión de teatro que ellos profesaban.